sábado, 23 de noviembre de 2013

Cuando el niño era niño...



Cuando el niño era niño andaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuera un torrente y que este charco fuera el mar.
Cuando el niño era niño no sabía que era niño,
para él todo estaba animado
y todas las almas eran una.

Cuando el niño era niño no tenía opinión sobre nada,
no tenía ninguna costumbre,
se sentaba en cuclillas,
tenía un remolino en el cabello,
y no ponía caras cuando lo fotografiaban.

Cuando el niño era niño era el tiempo de preguntas como:
¿Por qué yo soy yo y por qué no tú?
¿Por qué estoy aquí y por qué no allí?
¿Cuándo empezó el tiempo y dónde termina el espacio?
¿Acaso la vida bajo el sol no es solo un sueño?
Lo que veo y oigo y huelo,
¿no es solo la apariencia de un mundo ante el mundo?
¿Existe de verdad el mal y gente que realmente son malos?
¿Cómo puede ser que yo, el que soy,
no fuera antes de existir,
y que un día yo, el que yo soy,
no sea más ese que soy?

Cuando el niño era niño le costaba tragar las espinacas,
los chícharos, el arroz con leche y la coliflor al vapor,
y ahora come todo, no solo por necesidad.
Cuando el niño era niño alguna vez despertó en una cama extraña,
y ahora lo hace seguido.
Muchas personas le parecían bellas,
y ahora, solo en ocasiones, con suerte.
Imaginaba claramente el paraíso,
y ahora, como mucho, lo adivina.
No podía pensar en  la nada,
y hoy se estremece ante ella.
Cuando el niño era niño jugaba entusiasmado,
y ahora se concentra como antes
solo si se trata de su trabajo.

Cuando el niño era niño las manzanas y el pan
le bastaban de alimento,  y todavía es así.
Cuando el niño era niño las moras le caían en la mano,
como solo caen las moras,  y así es todavía;
las nueces frescas le ponían áspera la lengua,
y así es todavía;
encima de cada montaña tenía el anhelo de una montaña más alta,
y en cada ciudad el anhelo de una ciudad aun más grande…
y siempre es así todavía.
En la copa del árbol tiraba de las cerezas
con igual deleite lo hace hoy todavía;
se asustaba de los extraños como todavía se asusta;
esperaba las primeras nieves y todavía las espera.

Cuando el niño era niño
lanzó un palo como una lanza contra el árbol,
y hoy vibra así todavía.

                                   Peter Handke



Con ese poema y esa imagen de una pluma escribiendo sobre una hoja en blanco se abre una de mis películas favoritas, el Cielo sobre Berlín de Win Wenders.
Hace tiempo que quería traerla a mi rincón, para mí una película que me impactó de adolescente cuando ya una le daba a la cabecita de alfiler... Y, aunque entonces no había parado mucho en esto de la fotografía renconocí una obra maestra como imágenes, tiene una belleza en cada fotograma que no puedo ni pude describir en su día, que me encanta vamos!!! y no digo más...


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* Fotógrafo: CABANS Photograph
Edición: Modrý (las cinco primeras imágenes)

2 comentarios:

  1. ¿El viejo busca en los niños contagiarse de la ignorancia de la muerte?

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  2. Estimado amigo, los niños son los seres más inocentes pero en la vejez hay un estadio similar parece ser y, la muerte es uno de esos temas estrella en darle a la cabecita de alfiler.

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